Seguimos conociendo nuevos espacios de la Catedral de Cuenca. Esta vez, nos adentramos en el triforio, las galerías en las alturas de la nave central.
Un vistazo desde las alturas
Tan solo una escalera de caracol acordonada y un breve pasillo descapotado con vistas inéditas a la Plaza Mayor nos separan del triforio de la Catedral de Cuenca. Desde su apertura al público en 2017, se ha convertido en una de las ventanas más transitadas de la casa de San Julián. Avistar la nave central desde las alturas recorriendo su galería con la bóveda de cañón como refugio nos permite conocer el edificio desde una panorámica privilegiada.
Una joya arquitectónica y decorativa
“Es uno de los elementos más característicos de la Catedral, tanto por su estructura arquitectónica como por su peculiar articulación y su riqueza decorativa”, cuenta para Life!Cuenca Miguel Ángel Albares, director de la Catedral. Con aires europeos, podríamos encontrar creaciones similares en Normandía, las islas británicas o Borgoña. A simple vista, se puede apreciar que nos encontramos ante un triforio-pasillo con vistas a la nave central, al corazón de la Catedral, a través de arcos gemelos que, a su vez, coronan los arcos de descarga situados en la parte baja.
Arte en cada detalle
Y es que la arcada del triforio es su parte más visible al rodear enclaves como el coro capitular y al encontrarse decorada a base de vistosos crochets. Vemos similitudes con otras catedrales españolas, como la de Burgos o la de Toledo, pero la originalidad de la construcción conquense reside en la “conformación figurativa que recibió el cuerpo alto del muro con la inclusión de escultura monumental que no se encuentra en otros triforios”, como por ejemplo la decoración trilobulada de la parte superior de los arcos. Para evitar que podamos escrutar su arranque, figuran en él cabezas humanas que desafían a los visitantes con muecas y guiños a la burla y la caricatura. También podemos encontrar en estas representaciones al clero, al mundo fantástico o a los ángeles.
Los rostros esculpidos imitando a las antiguas máscaras teatrales romanas y otros elementos como caballitos de mar, dragones, aves e incluso hojas en hilera también hacen de los muros del triforio un cuadro de piedra cincelada que solo puede vislumbrarse en la capital conquense. Las hojas conforman la imagen principal de los capiteles, imponiéndose sobre los pilares que lo sustentan. “Hoj
as de higuera, pámpanos de vid o flora generalizada que no representa a ninguna especie en concreto pero que se esfuerza por imitar las formas presentes en la naturaleza” continúan exornando el triforio.
Ángeles custodios
Imperiosos sobre las columnas que parten los arcos del triforio en dos abrazamos a los guardianes del cielo: los ángeles, que esbozan una sonrisa amigable con la mirada puesta en los visitantes que recorren el crucero. “De los 12 que originalmente flanqueaban la llamada nave de los Reyes, custodiando el camino hacia el altar, solo falta uno en la actualidad, el del tramo oriental del lado sur”. Los hallamos de pie, alados y a punto de acompañar la solemnidad litúrgica con una armoniosa melodía gracias a los diversos instrumentos que envuelven sus manos. Avituallados con ropajes eclesiásticos, su función era la de emular a los diáconos, considerados clérigos con diversas funciones como bautizar o asistir al sacerdote en el altar.
Belleza iluminada
Cuatro son las bóvedas encargadas de cobijar las ventanas arqueadas que rompen el grueso de los muros más elevados de la nave central y que reciben el espectáculo lumínico que forman los cristales coloreados del siglo XX. Estas bóvedas aportan la sombra necesaria para poder discernir la luz que proyectan en esta zona de la Catedral los vitrales diseñados por Gerardo Rueda en los años 90. En la galería del triforio, podremos escuchar los latidos de la fachada, que respira también a través del rosetón central.
Nos despedimos paseando por el pasillo que envuelve cintando otro de los regalos de la casa de San Julián. El triforio nos aguarda impaciente con sus ángeles entonando el himno de bienvenida a los curiosos que deseen avistar la nave central casi a vista de gárgola.
11 comentarios en “Rincones de la Catedral: El Triforio, un mirador al corazón sagrado”
«¡Increíble! ¿Quién necesita un dron cuando puedes tener el Triforio como mirador? 😍»
Me encantaría visitar el Triforio de la Catedral y sentirme como un ángel custodio por un día. ¡Vuela, vuela! 🕊️✨
¡Volar como un ángel custodio en la Catedral suena interesante, pero prefiero mantener los pies en la tierra! Aunque cada uno tiene sus gustos, a mí me encanta explorar la historia y la arquitectura desde una perspectiva más terrenal. ¡Disfruta tu visita! 🏰🌍
¡Qué belleza! Me encantaría tener la oportunidad de ver esos rincones desde las alturas.
¡Qué maravilla de artículo! Me encantaría hacer una visita virtual a esos rincones sagrados.
Ojalá fuera tan fácil como hacer clic para visitar esos lugares sagrados. Pero nada se compara a la experiencia real de estar allí, sintiendo la energía y la historia que los envuelve. ¡Atrévete a vivirlo en persona!
¡Increíble artículo! Me encantaría visitar el Triforio y ver esos ángeles custodios en persona. ¿Quién se anima?
¡Qué maravilla! Me encantaría visitar el Triforio y disfrutar de esas vistas impresionantes.
¡Me encantaría visitar el Triforio de la Catedral y sentirme como un ángel custodio! 😇
¡Vaya! ¡Qué artículo tan interesante sobre el Triforio de la Catedral! Me encantaría poder visitarlo y disfrutar de esas vistas desde las alturas. ¿Alguien se apunta?
¡Vaya maravilla! El Triforio es como el balcón secreto de la Catedral. ¡Quiero visitarlo ya!